lunes, 11 de abril de 2011

NUESTRA SEÑORA DE LLUC, REINA Y PATRONA DE MALLORCA.

De Jordi Llabrés y Sans.

Aunque la Patrona oficial de la isla de Mallorca es la Inmaculada Concepción, también goza de este privilegio la venerada imagen de la Santísima Virgen de Lluc. El origen de su santuario lo encontramos en el providencial hallazgo de la Venerada Figura. Este milagroso hecho según confirma la tradición ocurrió un sábado por la tarde de un año lejano año, cuando un pastor acompañado de un monje la descubrió entre una rocas, envuelta de una deslumbrante luz y de una música celestial.
Los archivos como otras tantas veces silencian la fecha de ese acontecimiento; pero si existe constancia de que no había transcurrido medio siglo de la gloriosa y salvadora hazaña de la Conquista del Don Jaime I, la que retornó a este lugar la fe católica e hizo florecer la devoción mariana, que el lugar de Lluc ya se había convertido en verdadero enclave de peregrinación, en verdadero foco de espiritualidad para toda Mallorca. Documentación de 1273 ya da cuenta de la gran afluencia de peregrinos que venidos de la capital y de los más recónditos lugares de la Isla retaban al intrincado y escarpado camino viejo que antaño conducía a la Santa Casa, para postrarse a los pies de la Señora, que incluso la mismísima devoción quiso que con el tiempo su tez fuese ennegrecida.
Numerar ahora los muchos privilegios que merced a tantos pontífices que han regido la Iglesia o de obispos que han estado dirigiendo el timón de la nave particular de Mallorca, e incluso soberanos católicos, han distinguido ese entrañable lugar, seria tarea ardua y  arto dificultosa.


El máximo de todos ellos ha sido sin duda el que proviene del mismo pueblo arropado por la fe transmitida de generación en generación, el que ha garantizado el intermitente cortejo de hijos que en el transcurso de tantas centurias ha revelado el amor más filial a su Madre. Evidenciaban toda esa devoción que emanaba de la intimidad de tantos corazones, innumerables lámparas que ardían día y noche en el Camarín de Nuestra Señora, estandartes que colgaban de las bóvedas del mismo y que representaban a villas enteras, exvotos a modo de retablillos y ricas joyas familiares que cubrían esas paredes y eran testimonio garantizado de la sumisión de los hijos, en el más estricto y buen sentido de la palabra.
Quiso la voluntad de Dios perpetuar ese tributo soberano inspirando a la Santidad de León XIII que en 1884 promulgó el Breve de la Coronación Pontificia de Nuestra Señora de Lluc. No hay constancia pretérita de mayor concentración de devotos en ese Santuario, pues el 10 de agosto de ese dichoso año subieron hasta la “Santa Casa” más de doce mil personas encabezadas por el anciano Prelado mallorquín Don Mateo Jaume, quien por delegación del Papa reinante coronó las testas de la Virgen María y del Niño Jesús que lleva en brazos; por aquel entonces los congregados en ese lugar religioso y geográfico tan revelador aclamaron con júbilo y al unísono que María Santísima es Reina y Patrona del pueblo mallorquín.






En estas fotos, talla, altar mayor y fachada principal de la Basílica de Lluc.



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